El 26 de mayo de 1760 aparece fechado un auto sobre prisión del vecino Manuel Franco. Un vecino de Leganés llamado Julián Maroto, echa de menos unas lechugas y denuncia a Manuel Franco como sospechoso del robo.
Será entonces cuando la Justicia de Fuenlabrada ordena el encarcelamiento y el registro de la casa del sospechoso, donde se encontró las lechugas que Maroto reconoce de su huerta. Faltan 74 lechugas y, tras la declaración de muchos testigos, el encausado se declara culpable.
La sentencia, desproporcionada, proviene del teniente del corregidor, quien condena al reo a cinco años de destierro fuera de las ocho leguas (38,6 kilómetros) en torno a Fuenlabrada, con el grave apercibimiento de que si incumple el castigo será trasladado a un presidio de África.
Los alcaldes de Fuenlabrada, quizás descontentos, se limitan a perdonar las costas del proceso por la pobreza del reo y acompañan a éste y a su mujer hasta el camino de Humanes (actual calle Luis Sauquillo).
Por aquel entonces, la justicia se impartía en la Audiencia, la sala más amplia del Ayuntamiento y que ya existía en el año 1669. Cuando el pleiteante es poderoso, el alcalde se verá en la desagradable obligación de embargar, desahuciar e incluso apresar al deudor.
(Pincha en la imagen para ampliarla) | Huerta de lechugas |
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