Antiguas labores de Fuenlabrada


  LAS LABORES DEL CAMPO:

La siembra:
Generalmente se realizaba en otoño, y se alternaba las tierras (cebada, trigo y avena), dejando una libre. Se realizaba los surcos gracias al ganado con el arado, después se añadía abonos a mano y después la simiente y se recubría de arena. Sólo habría que esperar tener suerte en los meses de invierno, y las lluvias de primavera.

(Pincha en la imagen para ampliarla) | 
Labradores de Fuenlabrada preparando los campos para la siembra

Las cosechas en Fuenlabrada:
Por los datos del Catastro de la Ensenada, realizado en Fuenlabrada en el año 1753, sabemos que un 77% del término municipal fueron tierras calvas o también llamadas de pan llevar. Esto quiere decir que estuvieron dedicadas al cultivo de secano como la cebada, el centeno o la avena. Ante tal cantidad, no es de extrañar que en Fuenlabrada hubiera numerosas eras de Trillar. En el Padrón de Rústica de 1850, las Eras en Fuenlabrada abarcaba 24 fanegas, o para que os hagáis una idea, una superficie similar a dos veces el Parque del Olivar. 

La siega y la trilla en las Eras:
La siega se realizaba al amanecer, durante los meses de verano, con una cuadrilla de segadores. En Fuenlabrada era tradicional que fuera de origen gallegos. Los hombres se apretaban las fajas, y todos comenzaban con el ritual diario de preparación. Quitaban el cordel de las hoces y se colocaban las zoquetas, una especie de guante de madera con el objetivo de evitar cortes en la otra mano.

A la voz del mayoral, que era el primero en cortar, los segadores comenzaban su faena siguiéndole. Uno del grupo ataba la cosecha, y se iba alternando. Normalmente, al día siguiente, en el amanecer, se sacaba las caballerías para enganchar un carro con estacas altas y se acudía a la cosecha realizada el día anterior. La mies, segada y amontonada, había que transportarla a las eras del pueblo y que podía ser varios viajes dependiendo de la cantidad. Para facilitar el traslado, se clavaba los fajos en la estaca, por lo que había más facilidad de transportar más cantidades. También se ataba con una maroma, para que no se cayera. 

Después se acudía a la Era, que es espacio de tierra limpia y firme, en determinadas ocasiones empedrado, donde se trilla las mieses, es decir, separar el grano del cereal de la paja, y que podría situarse en un lugar aireado para facilitar el trabajo. 

En la Era, se descarga los fajos formando un montón y no se tardaba mucho en comenzar el proceso debido a las inoportunas tormentas de verano que podría humedecer la mies y retrasar el trabajo. El proceso comienza repartiendo los fajos mediante horcas, conociéndose como extender la parva. Una vez extendida, se enganchaba el ganado de labor al trillo, un carro con un asiento y con discos metálicos y cortantes. Sobre la mies, los hombres daban vueltas y vueltas desde el centro a la orilla. Después se enganchaba la trilla, un tablón con piedras de sílex en su panza para volver a rodar sobre la cosecha cortada. Todo el proceso se tenía que dar la vuelta a la cosecha cada hora. Una vez pasada la trilla, se enganchaba un rulo de cantos, con el objetivo de separar el grano de la cascarilla. 

Una vez comprobado que ya se puede aventar, se traza una línea perpendicular a la dirección del aire y se amontonaba todo lo trillado en un montón alargado. Se solía varear el suelo de la era con un cepillo de olivilla y recogiendo mejor el preciado cereal. El aventado consiste con las horcas en lanzar al aire la mies trillada, buscando el viento que separa el grano de la paja. Por último, cuando ya se estaba terminado, se utilizaba palas de madera para sacar la paja pequeña. Las beldadoras o aventadoras, es decir, las máquinas que separan el grano de la paja automáticamente, llegarían en la posguerra a Fuenlabrada.

Una vez terminado, se colaba el grano mediante escobones para limpiarlo de suciedad e impurezas, y se almacenaba en sacos. La paja, se guardaba en pajares o se vendía, según la cosecha anual. 

No hay datos que reflejen que las eras de trillar de Fuenlabrada fuesen empedradas, por que lo sólo eran de tierra limpia y firme. Las Eras se podían ubicar en diferentes lugares del término según sus necesidades, aunque en principio la mayor parte se ubicaba alrededor del casco urbano y dando como origen varios topónimos.

El topónimo de Las Eras, se ubicaba alrededor de la calle Humilladero, las Eras de la Estación se conoció a las que se ubicaban delante de la estación de ferrocarril y Las Eras de la Ermita, en referencia a la cercana Ermita del Calvario en la carretera de Pinto, hoy calle Constitución. También hubo un importante número de Eras en la parte sur del pueblo (en su recuerdo tenemos la calle de las Eras), y alrededor del camino de Castillejos, pegados a la Fábrica de Harinas. 

Gracias al Catastro Parcelario de 1944, he podido realizar este gráfico de la ubicación exacta de las Eras de Trillar que se situaron alrededor del pueblo en la época de la posguerra, en una vista satelital de la década de los 60. Se puede observar como las Eras aglutinaron la mayor parte del límite del casco y que estarían en pleno rendimiento entre julio y septiembre, con las cosechas anuales.

(Pincha en la imagen para ampliarla) | Ubicaciones exactas de las Eras de Trillar en 1944, elaborado por Memorias de Fuenlabrada

Los tratantes de paja:
Después de la trilla en la Era, se recogía la paja y se almacenaba en los pajares de Fuenlabrada. Algunos de ellos se conservan hoy en día, aunque existen algunas viviendas que tienen una planta de menor altura, como si fuera buhardilla, y que se habilitaba para guardar paja. En los meses de verano atenuaba el calor sobre la azotea, y en invierno guardaba el calor. 

La paja era esencial para alimentar los animales, es por ello, que en un año con cosecha abundante, más paja habría y más capacidad de obtener beneficio. Entre otras utilidades podría destacar como litera o cama para animales domésticos, protección del suelo generalmente húmedos y lodosos, como combustible, construcción de viviendas, tejados o la elaboración de sombreros.

Fuenlabrada desde hace siglos sirvió de paja a la caballeriza de la Casa Real Española. En el año 1663, por ejemplo, les suministró 500 sacos de paja. En el Catastro de la Ensenada de 1753, consta que 37 vecinos comercializaban paja obteniendo 2.988 reales al año y que había 20 pajares en el pueblo.

Hasta ahora, tengo documentados unos 40 vecinos con nombres y apellidos que se dedicaban a tratar la paja, es decir, a recolectarla y venderla. Destaco a Miguel Ocaña Pérez, nacido en 1886, y del que poseo dos facturas fechadas en 1916 y 1918. Fue abastecedor de paja y de cebada, y tuvo su pajar en la arroyada del Tesillo. 

Por último reseñar a los Mazantines. Estos vecinos del siglo XX tenían sus Eras hacia la calle de Oriente, y destacaban por tener una paja larga y que tenían durante todo el año. Además, servían directamente a la Casa Real, por lo que eran muy conocidos.

(Pincha en la imagen para ampliarla) | Fuenlabreños sobre fajos de paja


Las herramientas agrícolas:
Como en otras muchos pueblos, los vecinos hortelanos y agricultores de Fuenlabrada disponían de diferentes herramientas para trabajar la tierra. Desde tiempos antiguos se utiliza el arado romano, una herramienta de madera y que es tirado por animales para arar la tierra.

Otras herramientas manuales que se usan habitualmente es la azada (desmenuza la tierra o arranca maleza), el azadón (una azada más grande y pesada), el rastrillo (desmenuza la tierra blanda o cubre las semillas tras la siembra), la hoz (corta o siega la cosecha) y el zoquete (guante de madera para evitar accidentes con la hoz), el hacha (para talar árboles). El trillo era indispensable para separar el trigo de la paja en las eras de trillar.

Tras la posguerra, llegaría las primeras máquinas a Fuenlabrada para ayudar a las tareas del campo. Por ejemplo, las beldadoras o aventadoras para separar el grano de la paja e incluso los tractores.

A continuación podrá ver un tractor Lanz Bulldog, del año 1963, original del trabajo de los campos de Fuenlabrada.

(Pincha en la imagen para ampliarla)


  VAQUERÍAS Y LECHERÍAS:

Las vaquerías y lecherías en Fuenlabrada:
Generalmente, las vaquerías de Fuenlabrada tenían un espacio dedicado a la venta al público de leche, es decir, la lechería. Tras la guerra civil, hubo seis lecherías en Fuenlabrada y que han estado funcionando hasta hace pocas décadas. En 1940, las Cámaras Oficiales Agrícolas cifra 2.250 ovejas, 160 cabezas de bovino y 150 cabras en Fuenlabrada. 

Como es tradicional, la labor lechera era uno de los oficios más antiguos del campo. Consistía en la cría y ordeño de vacas, cabras u ovejas y recogerlas en grandes recipientes; aunque se podía distribuir y vender a particulares o a otros negocios. En los pasados siglos, se convocaban subastas de diezmos respecto a la leche en la que se incluía el pueblo de Fuenlabrada. 

Algunas de las lecherías más recordadas por los vecinos son: en la de Carmen y Ángel en la calle del Paular, en la calle Cuzco (donde el Polideportivo La Cueva), en la calle Mártires de Fuenlabrada, dos ubicadas en la antigua Plaza de Matute (hoy Plaza del Dr. Fernández Ocaña), en la de Tomasa en la calle del Lobo, en la calle Madrid (actual calle de la Paz), en la calle Pinto, en la calle Humanes, en la calle de las Navas, en el Barrio San Andrés, en la calle Nazaret, en la calle Móstoles, en la calle de la Plaza, en la calle Leganés esquina calle de los Ángeles, en el barrio de la Estación, en la calle Constitución, entre otras. Por aquel entonces era entrañable comer la nata de la cocción de la leche, con pan y azúcar.

(Pincha en la imagen para ampliarla) | Mujer fuenlabreña ordeñando una vaca

Instrumentos de una lechería:
Era esencial medir bien la leche, es por ello que el uso de instrumentos fuese generalizado. Para ello se utilizaba el Azumbre (alrededor de 2 litros), el Litro (su propio nombre lo indica) y los Cuartillos (1/4 de Azumbre, es decir, medio litro). También se utilizaba un barreño para recoger la leche, y un colador para limpiarla de impurezas.

En esta imagen se puede observar un Litro y un Cuartillo originales de la antigua lechería de Carmen y Ángel de la calle Paular de Fuenlabrada:



  EL COMERCIO DE ANTAÑO:
Desde la fundación del pueblo, el comercio estuvo orientado a satisfacer las necesidades locales. Al tener carencias de diversas mercancías, en Fuenlabrada fue necesario los obligados, personas encargadas de abastecer en monopolio de los productos que carecía cuya subasta se realizaba entre diciembre y enero. 

Hasta la mitad del siglo XIX, no existió la libertad de comercio y la gran mayoría de productos estaban tasados con precios controlados por los regidores municipales.

Los domingos, generalmente, los vecinos y forasteros tenían derecho  vender sus mercancías en la Plaza Pública (actual Plaza de España) y calles adyacentes, a cuyo puestos acudía el recaudador de sisas y alcabala del viento para cobrar los impuestos de las ventas. Este tipo de mercadillo o tesillo, atraía a vendedores forasteros que traían mercancías inusuales en las tiendas de mercería, también se vendía productos al por mayor de los agricultores y ganaderos, artículos de lujo como telas finas y tocados femeninos (importación monopolizada desde una compañía de Navalcarnero).

(Pincha en la imagen para ampliarla) | Fuenlabreño acudiendo a Legazpi a
vender sus productos en 1940


Entre el pequeño pero satisfecho comercio de Fuenlabrada hasta el año 1900, destaco los siguientes:

La carnicería:
La única carnicería de Fuenlabrada se ubica adosada al Ayuntamiento. En 1774 ya aparece algunas normas que ha de cumplir el obligado de carnes como la tasación de precios o la venta de las pieles de las reses sacrificadas. Como de costumbre, se realizará una corrida de novillos durante las Fiestas del Cristo de la Misericordia siempre que las reses sacrificadas puedan ser vendidas en la carnicería con precios acostumbrados. Además, no se le obliga a tener más de un cuarto de vaca los jueves, y vísperas de vigilias o abstinencias ya que el local cerraba el día siguiente por precepto religioso y era difícil el estado de conservación.

Las mercerías:
Desde hace siglos había dos: una en la calle de la Plaza y otra en la actual Plaza de España. En estos locales se vendían productos menudos. Por ejemplo: las especias finas y ordinarias, azúcar blanco procedente de América, bizcochos, chocolate, arroz, garbanzos, judías, pasas, queso, jabón, castaña apilada e incluso, papel sellado para documentos oficiales (desde 1635).

La abacería:
Este local se destinaba para la venta de aceite, pescado y tocino. El Ayuntamiento establecía controles y reglamentos para evitar el fraude en pesos y medidas, hasta tal punto de que se estableció obligatoriamente a dejar un tiempo la medida sobre el embudo cuando se despachaba aceite con el fin de que escurriese bien. Para pesar el pescado, bacalao en su mayoría, los platos de la balanza debían de estar agujereados para escurrir el agua. En 1805, los regidores descubren un fraude en el aceite, y le obligan vender el aceite con menos valor para reparar el daño a los consumidores.

Las tabernas y posadas:
Había dos tabernas, una ubicada en la actual Plaza de España y otra en la calle de la Plaza. Sobre las posadas, había otras dos, una en la actual calle Luis Sauquillo y otra en la calle de la Arena. Para el suministro de las tabernas, sólo podían entrar por unas calles concretas: "subiendo por la calle Real y Pública y no estravidiadamente de sol a sol y subiendo siembre a dar a la Plaza Pública". Estaban obligados a tener el suficiente surtido de vino blanco, siendo el tinto potestativa del tabernero. La medida usual consumida por los vecinos era de un cuartillo (poco mas de medio litro). El Ayuntamiento impuso como condición a los rematantes la prohibición de cualquier juego en las tabernas y expulsión inmediata de "blasfemos, maldiciente, provocativos y gente de sospecha, dando cuenta a la justicia de todo desorden".

  OTROS OFICIOS:
A los largo de la historia, la mayor parte de los fuenlabreños eran labradores, agricultores, hortelanos y jornaleros. Los siguientes oficios o profesiones de antaño, quedaban relegados a muy pocos vecinos e incluso una única persona. A continuación repasamos los oficios menos comunes:

Abogado, Agrimensor (el que mide tierras), albañil, alfarero, arriero, barbero, billar, buñoleros y rosquilleros (siempre ha tenido una industria destacable en Fuenlabrada), cacharrero (el que vende cacharros), café, cajero, carbonero, carpintero, carretero, cartero, cristalero, comestibles, esquilador, estanquero, constructor de carrozas, confitero, guarnicionero (el que oficia con objetos de cuero), frutero, herrador (de caballos), herrero, hojalatero, horchatero, hotelero, jefe de estación ferroviaria (generalmente suelen ser forasteros), jalmero, mesonero, modisto, molinero, notario, pajeros y pastores (reseñable), panadero, patronos agrícolas, peluquero, pescadero, personal de la administración (Alcaldes, concejales, secretarios municipales, guardas municipales, jueces, maestros, médicos, farmacéuticos o vocales electorales), personal eclesiástico (sacerdote, párroco, cura, presbítero,...), pintor, posadero, practicante, propietario, quincalla y tejidos, recovero, relojero, salchichero, sastre o costurera, sillero, tabaquero, tablajero, tahonero, tejedor, tendero, trajinero, veterinario, vinos al por mayor y zapatero.

El Sereno:
Generalmente, los serenos eran contratados por los Ayuntamientos y entre sus obligaciones era recorrer las calles (protegiendo las casas de robos), evitaba las peleas, avisaba de incendios y prestaba auxilio. También en ocasiones hacía uso de un silbato, voceaba, tenía las llaves de las casas o encendía el alumbrado público (en Fuenlabrada llegó la electricidad en 1909).

En su origen tenían un chuzo y un farol, más adelante sólo llevaban un bastón y sin farol, por el avance de la electricidad. Iban vestidos con un gabán azul y usaban gorra de pato. En determinados pueblos, la figura del sereno se conservó hasta 1977, que con la automatización de los porteros, ya no hizo falta guardar las llaves y poco a poco fue desapareciendo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario