Localizado antiguamente en la calle de la Fuente, en concreto, en el solar que hoy alberga la Casa de la Cultura era atendido por un hospitalero, quién residía en él junto a su familia a cuenta del municipio. Aunque resulta imposible datar su fundación, y tampoco se conocen datos sobre su preciso funcionamiento, si sabemos que fundamentalmente era albergue de transeúntes y menesterosos, aparte de dar cama a enfermos mendicantes, y que disponía de sus propios recursos, procedentes con seguridad de donaciones u obras iniciales, pero que también el Ayuntamiento contribuía a su sostenimiento, y así, entre 1678 y 1686, aquél creó una institución benéfica específica para los "pobres del hospital", a la que el Consistorio contribuía con 600 reales. y aunque casi siempre estaba en estado ruinoso, se atiende en primera instancia a los vecinos como también a los heridos en las novilladas.
Fuenlabrada contaba con los servicios permanentes de un médico, al menos desde el siglo XVII, pues ya se hace referencia a él en un documento del 6 de febrero de 1658, y aunque no se da su nombre, si se aporta su salario, consistente en 5.000 reales anuales por la atención de los habitantes más pobres, que complementaría con el sistema de igualas pagadas por aquéllos con más posibilidades. Tan sólo cuatro años más tarde, por un documento de 12 de abril de 1662, conoceremos el nombre del doctor de Fuenlabrada, que seguía percibiendo idéntico sueldo: don Valentín Carrión.
De vez en cuando había epidemia de viruela, y de otras enfermedades propias de la época. La gripe, en unos años en el que la vacuna era un lujo, constituye una enorme preocupación. Prueba de ello es que cuando en 1918 se produce una epidemia en Moraleja de Enmedio, el alcalde ordena que un guardia se sitúe a la entrada de Fuenlabrada con la misión de que ningún vecino de la citada localidad entre en el pueblo y corra el riesgo de contagio. Desde luego ni las condiciones ni la esperanza de vida eran semejantes a las de hoy en día: "Y el color negro, aún se recuerda. poco tenía que ver con las moda, significaba estar de luto, un luto que duraba 3 años cada vez que un pariente moría".
Fuenlabrada contaba con los servicios permanentes de un médico, al menos desde el siglo XVII, pues ya se hace referencia a él en un documento del 6 de febrero de 1658, y aunque no se da su nombre, si se aporta su salario, consistente en 5.000 reales anuales por la atención de los habitantes más pobres, que complementaría con el sistema de igualas pagadas por aquéllos con más posibilidades. Tan sólo cuatro años más tarde, por un documento de 12 de abril de 1662, conoceremos el nombre del doctor de Fuenlabrada, que seguía percibiendo idéntico sueldo: don Valentín Carrión.
De vez en cuando había epidemia de viruela, y de otras enfermedades propias de la época. La gripe, en unos años en el que la vacuna era un lujo, constituye una enorme preocupación. Prueba de ello es que cuando en 1918 se produce una epidemia en Moraleja de Enmedio, el alcalde ordena que un guardia se sitúe a la entrada de Fuenlabrada con la misión de que ningún vecino de la citada localidad entre en el pueblo y corra el riesgo de contagio. Desde luego ni las condiciones ni la esperanza de vida eran semejantes a las de hoy en día: "Y el color negro, aún se recuerda. poco tenía que ver con las moda, significaba estar de luto, un luto que duraba 3 años cada vez que un pariente moría".
(Pincha en la imagen para ampliarla) | Antiguo hospitalillo en la década de los 60 |
Bibliografía de este artículo:
» José Luis Rodríguez Jiménez, Gloria Gómez-Escalonilla: "Fuenlabrada Siglo XX: De un pueblo a una gran ciudad"; Edita: Ayuntamiento de Fuenlabrada; ISBN: 978-84-691-5266-9; Depósito Legal: M-37212-2008
» José Luis Rodríguez Jiménez, Gloria Gómez-Escalonilla: "Fuenlabrada Siglo XX: De un pueblo a una gran ciudad"; Edita: Ayuntamiento de Fuenlabrada; ISBN: 978-84-691-5266-9; Depósito Legal: M-37212-2008
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