Imagen del cobrador de los autobuses Martín por la Fuenlabrada de 1979.
Por aquel entonces, había que entrar por la parte trasera para cobrar a los viajeros. Al terminar, tocaba un silbato para que el conductor iniciara la marcha.
Los autobuses, de color azul, tenían el suelo y los asientos de madera. Para solicitar parada, había que tirar de una cuerda que recorría el vehículo.
Las comodidades eran dudosas por que entraba aire por cualquier lado y cuando llovía, se colaba por el techo. Además, el estado de las carreteras como la de Leganés a Fuenlabrada, con baches, era un plus añadido a la ventura.
Normalmente, los fuenlabreños los cogían para ir a Leganés o a Carabanchel, entre otros destinos.
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